Viajar a Miranda do Douro requiere un poco de paciencia. Hay que cruzar montañas y no hay carretera que llegue hasta allí. Saliendo de Lisboa en coche, cuenta con alrededor de 5 horas, para un viaje de 507 Km. Si vienes desde la ciudad de Oporto, se tarda casi 3 horas, para un recorrido de aproximadamente 260 km. Desde Galicia también es sinuoso.
Con el tiempo, Miranda se cuidó a sí misma, produciendo lo que necesitaba y conservando lo que era suyo. La historia y la geografía han labrado un lugar con un carácter muy fuerte. Además del portugués, aquí también se habla mirandés, el único idioma de Portugal con estatus de lengua oficial, además del portugués.
Los Pauliteiros de Miranda son quizás la expresión más llamativa de la cultura y tradición de Miranda do Douro. Es un grupo de baile folclórico, tradicionalmente masculino. El grupo se viste formalmente con faldas de volantes, camisas de lino, chalecos, chales y sombreros de ala negra adornados con flores, cintas y plumas.
En esta parte del país, que separa Portugal y España, encontramos el río Duero “apretado” entre imponentes acantilados. El Parque Natural del Duero Internacional es una inmensa región con 86 mil hectáreas. Hablamos de un parque de gran importancia en la conservación de algunas aves en peligro de extinción. Aves como el alimoche y el águila perdicera anidan en las formaciones rocosas del parque natural. Muy poca gente vive en esta región. Los que resisten viven de la agricultura y la ganadería. Más allá del Duero, el parque se extiende por tierras españolas. Al otro lado de la frontera se llama Parque Natural Arribes del Duero.
De origen muy antiguo, fue ocupada por los romanos y posteriormente, en el siglo VIII, por los árabes, quienes le dieron el nombre de "Mir Andul", que más tarde se convertiría en "Miranda".
Su ubicación junto a la frontera le confirió el estatus de importante centro defensivo, por lo que el primer rey de Portugal, D. Afonso Henriques, en el siglo XII, ordenó la construcción del castillo y el cerramiento de las murallas, que lo transformaron en una verdadera Plaza de Armas.
En el siglo XVI fue elevada a la categoría de ciudad y sede del obispado de Trás-os-Montes, entrando en una etapa de prosperidad en la que se erigieron grandiosos edificios, como la Iglesia de Santa María Mayor, que durante casi dos siglos ocupó el cargo de Catedral.
En el siglo XVII, con las guerras por la Restauración de la Independencia contra España, y posteriormente con las invasiones francesas, la ciudad sufrió graves reveses y perdió gran parte de su importancia.
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