Joe Hill. Ejecutado en los Estados Unidos en 1915. Un obrero, activista, compositor y músico, defensor de los derechos más básicos. A su funeral asistieron más de treinta mil trabajadores. Helen Keller, escritora, activista, oradora, sordociega que había pertenecido al sindicato Industrial Workers of the World (IWW) solicitó clemencia del presidente. Hill fue ejecutado.
Sus últimas palabras a los compañeros sindicalistas antes de morir fueron: “No lloren por mí, "organícense".
La lucha por los derechos de igualdad pasa por la necesidad de organizaciones fuertes, de implicación hasta las últimas consecuencias.
Annie Ernaux dignifico a la clase trabajadora femenina; se ocupó de la vida de las mujeres, especialmente de las mujeres trabajadoras, sin ascensor social. Merecido premio Nobel de literatura en 2022.
El político francés Jean Luc Mélenchon tuiteó: “Annie Ernaux, literata francesa; lágrimas de felicidad. Las letras francesas hablan al mundo entero en un lenguaje delicado que no es el del dinero”. Y es que la lucha por los derechos de igualdad para las mujeres siempre fue desde posiciones de izquierda. Como Annie Ernaux: El feminismo como derecho universal.
La lucha de Annie es una victoria de la clase trabajadora en un contexto en el que la cultura de los premios nunca fue especialmente favorable.
Los padres de Annie eran obreros, hijos de agricultores de Normandía de costumbres católicas. Su padre, con los ahorros, compró un almacén en Yvetot. En la parte alta era a vivienda familiar. Un negocio compuesto por un café y una tienda de comestibles. Las ventas a crédito y la proliferación de los supermercados mermaban los resultados; su padre tenía que trabajar cómo obrero para complementar los ingresos familiares. Era obrero y comerciante. Una vida familiar de limitaciones y regida por el estado de necesidad.
La cultura como ascensor social para el feminismo.
Con el sacrificio de su madre y su padre le permitieron subir algún escalón en el ascenso de clase. Una gran satisfacción para sus progenitores, porque ella (Annie) perteneciera a un mundo del que habían sido despreciados.
Con el trabajo sacrificado de sus padres Annie Ernaux fue a la escuela y a la universidad en Rouen. Obtuvo el título de profesora y otro superior en Literatura Moderna en 1971. La posguerra trajo una época de bienestar y progreso social en Francia.
Annie es pionera en la auto ficción; sus textos tratan de autobiografías impersonales. Hay un sentimiento de inferioridad y de vergüenza social. En su obra “Una mujer” no puede olvidar que su madre vendía patatas todo el día para que ella pudiera asistir en la universidad a charlas y conferencias sobre Platón.
A mi edad tengo conciencia que nos años setenta el movimiento feminista cobraba impulso; expresaba sus experiencias y deseos de las mujeres apelando a una lenguaje abstracto desde la filosofía y a giros gramaticales cultos. A partir de los años setenta las mujeres fueron capaces de decir “este cuerpo es mi”Los movimientos feministas de tiempos pretéritos conquistaron deritos reales que hoy son posibilidades asentadas y estables en la sociedad: divorcio, madres solas, mujeres sin hijos, parejas del mismo sexo, libertad sexual.
Con todo, en cuanto a estilos de vida para la vejez, el personal no se convirtió en político.
¿Por que ellas, las que nacieron alrededor de los años cuarenta, no envejecieron de otra manera a pesar de que lucharon tanto por vivir una juventud distinta? O, dicho de otra manera, ¿por que nuestras abuelas feministas están muriendo en residencias neoliberales? ¿Qué opinan las hijas y las nietas que dicen ser las más feministas del mundo?
Es el mismo feminismo lo de una madre presidenta de una gran entidad financiera o lo de una madre trabajadora de una empresa de limpieza? Es importante organizarse.
Annie es revolucionaria: Lenguaje, claro, nuevo y directo. Habla de la vida y de los deseos de las mujeres sin molestias, del que están sufriendo. Un lenguaje cotidiano.
En el acta del jurado del Premio Formentor: “Los libros de Ernaux se sitúan en la encrucijada de la literatura, las ciencias sociales y la documentación fotográfica para rozar la naturaleza de un yo atravesado por la cotidianeidad y sometido a la inconsolable pesadumbre de vivir. Ernaux desvela sin pudor a condición femenina, comparte con el lector la intimidad de la vergüenza y refleja con un estilo desposeído la desordenada fragmentación de la vivencia contemporánea”.
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