EN LOS ÚLTIMOS TIEMPOS SE
HA CONVERTIDO EN UNA PRÁCTICA HABITUAL QUE LAS EMISIONES DE IF REPRESENTATIVOS
DEL CAPITAL O DEUDA DE UNA EMPRESA, CUYO RIESGO DEPENDE DIRECTAMENTE DE LA
SOLVENCIA DEL EMISOR, SEAN CALIFICADAS EN EL MOMENTO DE LA EMISIÓN POR UNA AGENCIA DE
CALIFICACIÓN CREDITICIA O RATING.
LA IMPORTANCIA DEL RATING
VIENE DADA POR LA PRIMA QUE EL EMISOR DEBE PAGAR A LOS INVERSORES PARA COMPENSAR
ADECUADAMENTE EL RIESGO QUE ESTÁN ASUMIENDO CUANDO COMPRAN VALORES DE UNA
EMPRESA.
ES LÓGICO PENSAR QUE
AQUELLAS EMPRESAS CON MENOR CALIDAD CREDITICIA (Y MENOR RATING DENTRO DE LA
ESCALA) DEBAN OFRECER UNA MAYOR RENTABILIDAD NOMINAL PARA QUE EL INVERSOR
OBTENGA UNA ADECUADA COMBINACIÓN DE RENTABILIDAD Y RIESGO.
EN LA ACTUALIDAD LAS
AGENCIAS MÁS CONOCIDAS, Y QUE OPERAN A NIVEL INTERNACIONAL, SON MOODY’S, STANDARD&POOR’S
Y FITCH RATING.
LA NOMENCLATURA UTILIZADA
PARA LA CALIFICACIÓN ESTABLECE UNOS RANKING QUE VAN DESDE LAS POSICIONES DE
MAYOR SOLVENCIA (TRIPLE A) HASTA LOS TÍTULOS DE MAYOR RIESGO (CATEGORÍA C).
EL DEBATE SOBRE LA
RESPONSABILIDAD DE ESTAS AGENCIAS HA SIDO MUY INTENSO EN LA ÚLTIMA CRISIS
FINANCIERA POR POSIBLES CONFLICTOS DE INTERÉS, QUE HAN PODIDO LLEVAR CONSIGO
FALTA DE TRANSPARENCIA EN SU FUNCIÓN BÁSICA DE APORTAR LA INFORMACIÓN VERAZ Y
OBJETIVA QUE NECESITA EL MERCADO PARA FUNCIONAR.