Antes de contratar un producto o determinados servicios
financieros, hacer un exhaustivo análisis de las
características, si son adecuados a lo que necesitamos. Muchas veces firmamos
contratos con coberturas que nunca necesitaremos.
Sirva como ejemplo: Los seguros de hogar que, en muchos casos,
ofrecen la cobertura informática en un paquete cerrado y no la necesitamos (no
tenemos elementos informáticos en casa).
El intermediario que nos vende
producto tiene que ser fiable y de esa fiabilidad nos deberemos asegurar
convenientemente.
Si no se comprende / entiende adecuadamente un
producto, no contratar.
Toda la información por escrito: préstamos
personales, hipotecas, tarjetas, etc. Lo que nos digan verbalmente, deberá
estar reflejado en la información escrita y es una buena costumbre comprobar lo
que nos dice el comercial /gestor/asesor, se corresponde en su totalidad.
Recibimos información periódica / correspondencia, que muchas veces aparcamos
en un cajón e incluso no abrimos.
Es una excelente costumbre abrir la
correspondencia para comprobar que el servicio o producto contratado cumple con
todo lo pactado: tipos interés, comisiones, plazos, etc.). Igualmente abriremos
la correspondencia si la recibimos vía electrónica (emilio). Tirar o eliminar
la correspondencia sin comprobar es una mala práctica como usuario de los
servicios financieros.
Organismos
competentes a los que acudir: Banco de España, Comisión Nacional del Mercado de Valores (cnmv)
y la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones.