El Valle de Moldes es de gran
belleza visto desde cualquier punto elevado de los montes que lo rodean. Revestido
de olivos en las vertientes abrigadas, guardando suelos exuberantes en las
zonas naciente y sur, elevándose en terrazas, desde el centro a la periferia,
en todas sus vertientes.
El último refugio de la castaña
de Arouca, en una región de contactos de rocas: granito en las vertientes
poniente y sur, xistos (rocas laminadas) antiguos al norte y al este.
El origen del topónimo Moldes ha
sido bastante discutido. Según Manuel Rodrigues Simões Júnior y Almeida
Fernandes, esta designación resulta de la evolución del latín molinos (molinos).
Hay documentos que hablan de la Villa Ribulo Mollides y las Memorias
Parroquiales refieren que el "río de Moldes tiene cuarenta levadas y
treinta y ocho son de molinos". Así, el topónimo vendrá de río de Molinos
- río de Moldes.
Varios documentos relatan las
vicisitudes por las que Moldes pasó durante la invasión árabe. Esta región era
importantísima en toda la estrategia militar, tanto musulmana como cristiana,
habiendo ocurrido sucesivas refriegas que casi siempre ocasionaban la destrucción
de la Iglesia Matriz.
El PR3 "Caminos del Sol
Naciente" es un recorrido de pequeña ruta, con cerca de 13 kilómetros,
circular, con un pequeño ramal de acceso a la Iglesia Matriz de Moldes, donde
se inicia.
Por ser circular puede ser
iniciado en cualquiera de los lugares por donde pasa y en cualquier sentido,
pero por la subida de Moldes para Bustelo se recomienda por ser más suave:
Junto a la Iglesia de Moldes
tomamos la carretera asfaltada en dirección a Fuste y, pasados trescientos
metros, después de la bifurcación para Friães, la abandonamos, tomando a la
derecha un camino que nos lleva a la Sierra.
Siguiendo las marcas amarillas y
rojas encontramos un camino antiguo que, subiendo, nos conduce por un bosque
donde predomina el pino, aquí y allí salpicado de castaño y roble. Algunos
eucaliptos también, para desgracia de la zona.
Continuando por él y después de
frondoso bosque de castaño y roble, llegamos a Bustelo. Se pueden contemplar
los campos en terrazas, después de lo que se recorre la aldea por su camino más
antiguo, pasando una rústica, sencilla y bella fuente de agua cristalina y
fresca, fresca, digamos fría en el día de hoy, entrando de nuevo en el camino
de asfalto hacia la antigua escuela. Junto a ésta, retomamos los caminos
antiguos y tradicionales.
Después de atravesar el arroyo de
Espinho, tomamos un camino, a la izquierda, que sube suavemente, bajo las ramas
frondosas de otro bosque. En una curva apretada, tomamos el camino de la
izquierda, un camino muy antiguo que hacía la conexión de las aldeas de montaña
(Cabreros, Tebilón y Cando) a la sede del Municipio. Por aquí que se hacían los
funerales para el cementerio de Moldes. Siguiendo por dicho camino, que sube
suavemente, alcanzamos un molino flanqueado de bellos ejemplares de acebo y
luego un peto de ánimas.
Después de atravesar el arroyo en
un pequeño puente de arco seguimos, subiendo suavemente, hacia Espinheiro.
Aunque el recorrido pase al lado, la arquitectura y la construcción
tradicional, donde impera el granito, merece una visita.
Atravesada la carretera de
asfalto que une Adaúfe a Espinheiro, pasamos por detrás de este último lugar
continuando subiendo la Sierra. Después de alcanzar un gran tramo de subida,
estamos en la cuota cercana a los 800 metros de altitud. De aquí tenemos
deslumbrante panorámica sobre el valle de Moldes y la Sra. da Mó, al norte; para
Nordeste la Serra do Montemuro, para Noroeste los campos en terrazas de Adaúfe
y de Bustelo. Avistamos ardillas.
Descendiendo por la carretera,
rápidamente alcanzamos, al final de éste, un gran tanque comunitario de regadío
tradicional. En este lugar seguimos por el camino de asfalto, hacia la derecha,
hasta Fuste.
Después de admirar algunos
motivos interesantes de contenido agrícola forestal, seguimos por el camino
tradicional hasta el núcleo más antiguo de la aldea. Nos encontramos un molino
ahora parado. Continuamos el recorrido, otra vez por la carretera de asfalto
que nos lleva hasta la escuela.
Inmediatamente tomamos el camino
de la izquierda, bajando a Cova y al valle de Moldes. Se advierte el frondoso
bosque, uno de los más bien conservados de Arouca, y en su bosque con algunos
ejemplares de acebo, laurel y madroñero, entre otros.
Llegados a Cova, seguimos hacia
la izquierda. Se observa la forma integrada y armoniosa de los núcleos
habitacionales de Póvoa y de Friães: los bosques circundantes, los cultivos de
maíz, las ramas de las viñas
Pasados 900 metros dejamos la
carretera de asfalto, atravesamos un pequeño puente de arco y estamos, otra
vez, en un camino tradicional. Pasamos Póvoa y luego Friães y poco después
estamos de nuevo en la Iglesia de Moldes.
Trece kilómetros de dificultad
media por un lugar desconocido de Portugal que deja un grato recuerdo de esta
zona interior del país vecino.