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sábado, 28 de septiembre de 2019

¡NO LLOREN POR MI, ORGANÍCENSE! – JOE HILL, EL ANARCOSINDICALISTA CONDENADO A MUERTE


El legado eterno de Joe Hill (Joel Emmanuel Hägglund) en los Estados Unidos. 
Recientemente, en el año 2016 se fundó el Joe Hill Memorial Music Award para conmemorar a Joe Hill, nacido en 1879, el siete de octubre en Suecia. Este año 2019 la galardonada fue Patti Smith con las entradas agotadas en el Stockholm Waterfront en Suecia. Vaya por delante que me encanta la música de Patti.
Joe Hill fue ejecutado el diecinueve de noviembre de 1915 en los Estados Unidos. Decir que este premio se entrega en consideración a las personas que trabajan dentro de la música con el espíritu de Joe, que son valores elementales. En la tierra que le vio morir, Hill dejó un legado musical que se ha transmitido de generación en generación. Forma parte de la canción tradicional obrera del país. Persona comprometida con la lucha sindical. Joe Hill fue detenido y procesado y condenado a muerte en el año 1915, acusado de matar al padre y al hijo en un atraco a comercio que regentaban. 
Organizador sindical, compositor de canciones, trabajador itinerante, Joe Hill se hizo popular después de que un tribunal de Utha lo condenara por asesinato. Hombre conocido en el mundo de los vagabundos, en las manifestaciones, en los piquetes y autor de canciones laborales de corte popular y agitador de los Trabajadores Industriales del Mundo (IWW) 
(IWW o los Wobblies) es un sindicato seguidor de la teoría sindicalista revolucionaria (democracia laboral y autogestión obrera), que tiene su origen en Estados Unidos, aunque también está presente en otros países, también en Europa. 
Próximo a su ejecución, arengó a sus compañeros trabajadores: “¡No pierdan el tiempo de luto, organícense!”. Joe Hill, se convirtió en un mártir del sindicato IWW y un héroe popular laborista. Trovador del descontento. 
Seis hermanos de familia luterana religiosa, de nacionalidad sueca. Su padre trabajaba en el ferrocarril (Olaf). Sus padres fueron los que guiaron a Joe en la música. Llego a tocar el piano en un café. 
Pronto murió su padre (1887) de enfermedad laboral y los chiquillos se abandonaron la escuela para trabajar y poder sobrevivir. Joe, tenía nueve años y trabajó de bombero, en una fabrica de cuerda y en una grúa a vapor. Enfermó de tuberculosis cutánea y articular en el año 1900; decidió viajar a Estocolmo para intentar la cura, realizando trabajos esporádicos al mismo tiempo que recibía tratamiento y operaciones que desfiguraron su cara y cuello. A los dos años muera Margareta, su madre. Al morir la madre los chicos, venden la casa familiar y se lanzan a la aventura de un mundo mejor. Cuatro se quedan en Suecia y dos Paul (el menor) y Joe se van para Estados Unidos en el año 1902. 
Joe Hill, en su nueva etapa, trabajo en varios trabajos en NY. Se fue a Chicago y trabajó en un taller mecánico. Fue despedido e incluido en una lista negra por intentar organizar un sindicato. 
En San Pedro (California) se unió a la IWW, siendo secretario local en donde escribió muchas de sus canciones más famosas: El predicador y el Esclavo, Casey Jones, Chica Rebelde. 
En el año 1911 se fue a Tijuana en México formando parte de un ejército de varios cientos de vagos y radicales que intentaba derrocar la dictadura mexicana de Porfirio Diaz, apoderarse de la Baja California y emancipar la clase trabajadora, declarando la libertad industrial. Las tropas del ejército mexicano en seis meses terminaron con la aventura, llevando a los cien últimos radicales a la frontera. 
En 1912 participa en una coalición por la libertad de expresión de Wobblies, soltero, socialistas, sufragistas, taxistas que protestaban por la decisión de cerrar, por parte de la policía, un centro de la ciudad para las reuniones callejeras. Participa en la huelga de la construcción de ferrocarriles en Columbia Británica, escribiendo varias canciones. 
Su primer arresto fue en 1913 en la huelga de los trabajadores portuarios y fue registrado y acusado de vagancia y retenido durante treinta días (mientras duró la huelga). 
En el mes de enero de 1914, día 10 Jode Hill llamó a la consulta (tal vez al domicilio) de un médico de Salt Lake City (11,30 de la noche) para que le curase de una herida de bala, que, según él, fue del disparo de un marido herido y enojado por acostarse con su esposa. 
Esa misma noche, pero más temprano, y en otra zona de la ciudad un comerciante y su hijo habían sido asesinados. Uno de los asaltantes fue herido en el pecho por la víctima más joven antes de morir. La herida de Joe Hill, lo vinculó con el suceso, en el incierto testimonio de dos testigos oculares. Joe Hill habría estado en la cama de una mujer casada la noche del asesinato y, para no arruinar la reputación de la señora, habría desistido de su coartada. Esta es la historia que se ha repetido en muchas canciones y en la película sobre su vida.  
Mi voluntad es fácil de decidir: 
No dejo nada para repartir. 
Mis parientes no necesitan quejarse y gemir. 
“El musgo no se aferra a un canto rodante”. 
¿Mi cuerpo? ¡Ah! Si pudiera elegir:
lo reduciría a cenizas, 
y dejaría soplar las felices brisas 
para que las llevaran a donde germinan las flores. 
Quizá entonces las flores que se marchitan 
volverían a la vida y brotarían de nuevo. 
Éste es mi último y postrer deseo: 
Buena suerte a todos, 
Joe Hill.