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martes, 26 de mayo de 2020

NEVEIROS DE CABEZ DE MEDA

Neveiro de Cabeza de Meda
Los calores intensos del estío ourensano encontraban un cierto alivio en la refrigeración de la bebida por medio de la nieve que se recogía y apisonaba en el invierno en un pozo situado en la Cabeza de Meda. Esta solución fue muy común a lo largo del antiguo régimen, cabildos catedralicios, comunidades monásticas, casas nobiliarias y concejos se preocuparon de construir estas "neveras" y de abastecer con este producto a los individuos de sus comunidades o a las élites urbanas con mayor poder adquisitivo, y por tanto más deseosas de todo tipo de refinamiento. 


Se usó el hielo además de para refrescar las bebidas, para la fabricación de helados, granizados y sorbetes; para la conservación de los alimentos, carnes y pescados especialmente y para usos medicinales de finalidad antipirética. Sigue Faro de Vigo – Miguel Ángel González García. 
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Los pozos se situaban en las laderas boreal y meridional del Monte Meda, al lado del camino de comunicación entre los valles del río Sil y el valle de Maceda. La elevación se encuentra a unos 1.100 metros por encima del nivel del mar, destaca claramente en la planicie de su entorno y está bien expuesta a los vientos dominantes del nordeste, fríos y secos. 
Las primeras noticias documentales del aprovechamiento de la nieve en Galicia datan de la Edad Media, coincidentes con el levantamiento de los grandes monasterios en el siglo XII, cuyos monjes construyeron las primeras neveras para la producción y almacenamiento de hielo. Cita Fernández Nogueira (1974) las palabras de Rodríguez Fraiz al hablar del monasterio de Aciveiro: todos los grandes monasterios del Císter en Galicia tenían neveras, cuando menos para uso propio. Estas neveras recordaban a las construcciones castreñas, circulares u ovales con diámetros de cuatro a ocho metros, medio enterradas y construidas aprovechando lugares sombríos al amparo de las alas septentrionales de las montañas y elevaciones del terreno, en lugares que a fe que ocuparían en los fríos los neveros naturales. 
La abundancia de la nieve en aquellos tiempos tenía que ser grande, ya que los neveros suelen estar en lugares de acceso fácil (entre otras, A Paradanta, en A Franqueira; Casadenebi, en Celanova; Tourón, en la Cañiza; El Faro, en Chantada; Lo Navego, en Oseira). De la importancia de los neveros y del negocio de los grandes monasterios de la buena muestra que el hielo llegara a la Coruña desde las neveras de Aciveiro, tras recorrer unos cien kilómetros. 
Ya en el siglo XVI, el aprovisionamiento del hielo en las villas consiguió tal importancia que su comercio fue regulado hacia 1560, en el reinado de Felipe II, gravando con impuestos. 
Los neveros que de manera natural se formaban en las zonas sombrías de la Cabeza de Meda fueron aprovechados desde tiempo inmemorial por los vecinos para conservar o enfriar los alimentos, y también para obtener hielo del agua acumulada en los agujeros. Con esta experiencia, las Casas de la Nieve se construyeron aprovechando las depresiones del terreno y ahondando en ellas para formar los pozos. 
A finales del siglo XVII, posiblemente por el calentamiento del clima, el negocio de las neveras va esmoreciendo en la Galicia atlántica, aunque en algunos casos se habían mantenido hasta bien entrado el siglo XIX pequeños neveros próximos a las villas para suministrar hielo a clientes particulares y a negocios locales. La industria del hielo de los neveros desaparecerá totalmente con la construcción en algunas villas de las primeras fábricas de hielo a partir de los finales de la década de 1890. Fuente: Asociación Buxa
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