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martes, 15 de octubre de 2013

CONCLUSIONES DE LA CRISIS

Las crisis económicas siempre tienen que ver con  desajustes estructurales en la economía global. Crisis alimentaria, altos precios de las materias primas, tendencia al alza en las cotizaciones de las energías, la recesión económica por un menor consumo, elevadas tasas de inflación, el derrumbe agónico del mercado hipotecario, la desconfianza de los mercados, un deterioro progresivo de las instituciones públicas y la pérdida de credibilidad en las instituciones, además de la voracidad de las corrientes neoliberales. Deroche a troche y a moche. No ahorramos para las vacas flacas cuando crecíamos. De festín en festín, consolidando la banca de inversión y especulativa frente a la banca tradicional.
Un desorden absoluto de las cuentas públicas, gasto desmedido sin objetivos. El exceso de oferta en el mercado inmobiliario provocó la “burbuja” de los inmuebles con ajustes durísimos en las empresas del sector y despidos masivos. El efecto dominó y una gran desconfianza de la población en los gobernantes.
(**)“La pertenencia de España a la UEM es un aspecto crucial a considerar, pues contribuye tanto a explicar la acumulación de desequilibrios en la expansión como a condicionar la naturaleza del ajuste en la crisis, dado que la batería de instrumentos de política económica se ha reducido significativamente. Los desequilibrios macroeconómicos y financieros acumulados en la etapa de alto crecimiento (boom inmobiliario, exceso de endeudamiento y pérdida de competitividad), todos ellos estrechamente interrelacionados, representaban factores de vulnerabilidad, pero, incluso los fundamentos aparentemente más sólidos en otros ámbitos, como en el caso de la situación presupuestaria y del mercado laboral, han mostrado sus debilidades en la crisis. La experiencia a lo largo de los últimos cuatro años permite extraer algunas lecciones en relación con el sector exterior, el mercado inmobiliario, la política fiscal y el mercado de trabajo, que alertan, en particular, sobre la necesidad de evitar la complacencia en la gestión de la política económica en las etapas de auge y sobre la urgencia de adaptar en España la estructura de los mercados de bienes y factores y el comportamiento de los agentes a los requisitos que impone la pertenencia a una unión monetaria”
(**) Eloísa Ortega y Juan Peñalosa BANCO DE ESPAÑA