El rating es la calificación que se otorga a
los emisores en función de su calidad
crediticia. El más elevado corresponde, por lo general, a los estados y aquellos
organismos a los que el Estado avala sus emisiones. Las grandes compañías, en
función de su volumen y buen nombre suelen también recibir calificaciones
altas.
La calificación más
bajas, se otorgan a aquellas emisiones de mayor
riesgo, es decir, las efectuadas por emisores a los que se les imputa mayor
riesgo de impago. Se suelen
denominar bonos de alta rentabilidad (high
yield) aquellos que son emitidos por emisores de baja calificación.
La importancia de estas calificaciones es que a mayor riesgo obligan al emisor a efectuar sus
emisiones con un tipo de interés más elevado, es decir, una
mayor remuneración para el inversor.
Estos suele medirse en términos de referencia con los bonos de la Deuda Pública, de forma que la
diferencia respecto de la rentabilidad de los bonos soberanos se llama prima de
riesgo de calidad, y fluctúa en función de la percepción que tengan los
inversores sobre el riesgo de las emisiones.
De ahí que en épocas de crisis o incertidumbres los
inversores acuden en mayor medida a los bonos públicos, algo que se suele
denominar en el argot financiero como flight
to quality, huida hacia la calidad o hacia un menor riesgo.
Las agencias de rating especializadas de más notoriedad son
Moody’s, Standard &
Poor’s y Fitch. Su sistema de
clasificación es alfabético con añadidos numéricos. La máxima calificación de
un bono para Moody’s es Aaa, para Standard&Poor’s (S&P) es AAA. La calificación
CCC ó Caa considera la emisión como muy
especulativa, con grave riesgo y fuertes incertidumbres; CC sería la calificación cuando se ha interrumpido el
pago del cupón por parte del emisor y DD
cuando lleva impagado varios cupones.
Fuente: bmerf inversor particular